La Guerra Civil genera un cisma muy profundo con la tradición anterior: quedan rotas o abandonadas las tendencias renovadoras y experimentales impulsadas por Baroja, Unamuno o Valle-Inclán.
Hay una serie de datos que nos ayudan a entender este contexto:
-aislamiento cultural
-falta de maestros (muertos o en el exilio).
-auge de las traducciones para llenar el hueco editorial
-novela evasiva o de Guerra, exaltación de los vencidos, pero censurada por motivos morales.
-censura eclesial y política.
Los novelistas exiliados
Muchos escritores en activo durante la República tuvieron que abandonar España tras la Guerra Civil. Algunos eran autores consagrados y otros apenas habían iniciado su carrera literaria. Entre los primeros sobresalen Max Aub, Francisco Ayala, Rosa Chacel y Ramón J. Sender. Entre los que empiezan a escribir fuera de su tierra están Manuel Andújar y Arturo Barea (La forja de un rebelde).
Max Aub (1902-1972) se dio a conocer como narrador dehumanizado, pero su máximo empeño novelístico fue el ciclo El laberinto mágico (1943-1965), integrado por seis novelas, en el que examina los orígenes, el desarrollo y las consecuencias de la Guerra Civil. Experimentó también con los límites del género en Jusep Torres Campalans (1958) y en Juego de cartas (1964), donde el texto se ofrecía en el dorso de un conjunto de naipes.
Francisco Ayala (1906), autor de relatos innovadores en la década de 1920 ( Cazador en el alba), publicó en los años cuarenta dos libros de cuentos, Los usurpadores (1948) y La cabeza del cordero (1949), ambos centrados en la violencia y el abuso de poder y alejados del vanguardismo juvenil. Sus novelas Muerte de perro (1958) y El fondo del vaso (1962) abordan el tema de las dictaduras militares. En 1988 publicó un espléndido libro de memorias, titulado Recuerdos y olvidos.
Manuel Andújar (1913-1994), exiliado en México, escribió ocho novelas que agrupó bajo el título común de Lares y penares. De esa serie destaca la trilogía Vísperas, rótulo que alude a los años previos al estallido de la contienda civil.
La narrativa española de los 40: el realismo tremendista
En los primeros años de la posguerra, la vida literaria quedó reducida a la producción propagandística de los escritores del nuevo régimen, como Agustín de Foxá o Rafael García Serrano, cuyas novelas desde una perspectiva triunfalista, se amoldaban al patrón del realismo decimonónico. La represión, el hambre y la pobreza hicieron presa en una sociedad atemorizada. Se instituyó una férrea censura que vigilaba la heterodoxia política y las resistencias a la moralnacionalcatólica. De este clima sórdido y opresivo dieron testimonio dos novelas: La vida de Pascual Duarte (1942), de C.J.Cela, y Nada (1945), de Carmen Laforet. Con ellas se revelaban dos novelistas de talento que coincidían en su visión oscura, violenta y triste de la abatida sociedad española. Fue la primera novela de Cela, la que hizo acuñar la etiqueta <
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